“No habrá ninguno igual, no habrá ninguno…” Como Olvidarlo?
Trato de relatar aquí los hechos de acuerdo al resultado de mis investigaciones, con los medios disponibles a mi alcance. En muchos casos se trata de recortes periodísticos o apuntes de relatos de quienes participaron por lo que pueden contener errores debido a que no siempre es posible chequear su exactitud. En caso de que el lector disponga de información ya sea ampliatoria o en contrario, con muchísimo gusto le agradeceré me lo hagan saber, lo mismo en lo que respecta a mis opiniones que son solo mi modo de ver o interpretar un acontecimiento, y que mas allá de la pasión por los autos no existe mas que el deseo de compartirla con quienes tengan interés o sientan lo mismo.
El 18 de enero cumpliría 65 años…
“Nunca pienso que pueda herirme seriamente, si uno cree que esto sucederá, pudiera uno hacer este trabajo?. Cuando uno nunca está por sobre el octavo o el décimo porque pensás que te podés golpear, uno no está andando tan rápido como puede y si no lo hace, no está siendo un piloto de carreras. Algunos en F1, bueno…para mi…. no corren carreras, ellos manejan autos de carrera, es todo. Ellos hacen la mitad del trabajo y en este caso yo me pregunto porqué no lo hacen del todo. Corro para vencer, para estar en los primeros puestos, estoy hecho así…”
En esta forma se expresaba Gilles Villeneuve acerca de su visión sobre la fórmula 1. Gilles había nacido en Chambuy provincia de Quebec (Canadá) el 18 enero de 1950, desde muy chico aprendió a esquiar y andar en motos de nieve, con lo que adquirió gran sensibilidad y control del deslizamiento, así como muy buenas reacciones al tiempo que se acostumbraba a correr bajo la lluvia y en condiciones de escasa visibilidad.
En 1976 se destacó corriendo en fórmula Atlantic (campeón 1976 y 77), así llegó a probar en Mac Laren, por recomendación de James Hunt (Campeón Mundial 1976-Mc.Laren) marca con la que debutó en Silverstone 1977 conformando equipo con el mismo Hunt y Jochen Mass, el mismo día en que hacían su aparición en las pistas los turbo de Renault en Formula 1.
Al llegar los buenos comentarios sobre el canadiense a oídos de Enzo Ferrari, puso su vista en él, que siempre había admirado a Tazio Nuvolari que era un hombre físicamente pequeño. Una similar contextura le cabía a Gilles que además por su arriesgado estilo de manejo pronto hizo le recordar al gran Tazio a Enzo Ferrari ni bien lo conoció, entonces de ahí a contratarlo fue solo un paso, antes de terminar la temporada 1977 el canadiense ya estaba subido a máquina roja.
Fue cuando el gran Gilles salió de decir: ”si me hubieran dicho que pidiera tres deseos hubiese pedido: correr en auto, correr en F1, correr con Ferrari…”
Al marcharse Lauda de la “azienda di Maranello”, apuró su debut, fue en Mosport (Canadá 9/10/1977) subido al auto de apuro, patinó en una mancha de aceite clasificándose 12º, la siguiente carrera fue en Japón (Monte Fuji), y tal vez los aficionados memoriosos recuerden la imagen: la Ferrari despatarrada volando sobre Peterson con el Tyrrel 6 ruedas, esa fue la primera foto de Gilles que recorrió el mundo, que formaba equipo con Carlos Reutemann. Este accidente lamentablemente costó la vida a dos espectadores ubicados en un lugar indebido.
Así comenzaba la historia con Ferrari del tipo que mas autos destrozados mandó de vuelta a Maranello, pero, por quien Enzo Ferrari siempre guardó una gran estima y como no podía ser de otra forma además se ganó un muy importante lugar en el corazón de los “tifossi”.
Su primera victoria llegó el 8 de octubre 1978 en Canadá, siendo compañero de equipo de Carlos Alberto Reutemann (en su segundo año en Ferrari).
Como Nuvolari y Ayrton, estaba dotado de una sensibilidad especial para sentir el auto hasta el mas extremo limite, situación que se ponía de manifiesto mas evidentemente en la lluvia. En una oportunidad en Watkins Glenn con pista totalmente inundada llegó a sacarles 7 segundos a sus rivales, en clasificación.
En aquellos tiempos la superioridad de los Lotus con efecto suelo sobre el resto, Ferrari incluido, no permitieron que obtuviera mejores resultados, por causa del medio mecánico, situación que afectó también a Carlos Reutemann. A aquellos Lotus de efecto suelo no había con que darle.
Misteriosamente por esas cosas de los equipos de carreras y de las personas de las que la Scudería Ferrari siempre es afecto, por mas estima que el Commendatore le tuviera, lo mantuvo como segundo piloto y tuvo que soportar la injusticia de que un piloto sin ningún brillo como Schekter, usufructuando la máquina que Reutemann había desarrollado, se quedara con el campeonato, relegándolo al segundo puesto, en 1979, con la misma cantidad de victorias.
Tan es así que la afición mantuvo el recuerdo de Scheckter mientras era el último campeón con Ferrari, hasta la seguidilla de Schumacher, hoy pasó al olvido, de Gilles nadie se olvida.
El 16 de setiembre de 1979 en una prueba no puntable en Imola, produjo una de sus performances sensacionales nada menos que contra Lauda, con Brabham-Alfa Romeo, duelo inolvidable que terminó ganando el austriaco.
No solo el público lo amaba, sus compañeros de equipo y demás rivales, siempre lo tuvieron por un tipo hecho y derecho, simpático, agradable que aunque manejara como un loco, nunca puso en riesgo al resto de los competidores.
Simpático, jovial, despreocupado, honesto, leal, querible, se transformaba cuando se colocaba el casco y los guantes, como si también se colocara “el cuchillo entre los dientes” y saliera disparado como un endemoniado.
Muy buen largador, jamás se daba por vencido, como fuera seguía acelerando tratando de llegar al box para recambiar alerones o cubiertas. En Canadá (27 de setiembre de 1981) corrió estirándose fuera del cockpit para ver por sobre un alerón delantero levantado, hasta que lo perdió y siguió corriendo sin él, con lluvia.
Su mejor y mas recordada carrera fue el Gran Premio de Francia, disputado en Dijón el 1 de julio de 1979, donde dio todo, como fue su costumbre, luchando en inferioridad de condiciones con el Renault de René Arnoux, (otro tipo de los que ya no se ven) que intentaba ser segundo de su compañero Jean Pierre Jabouille, cuando se ubicaba primero en la primer victoria para un motor turbo.
En una genial demostración de manejo guió su Ferrari, mas lenta que los Renault, en el verdadero y extremo límite de sus posibilidades, produciendo una performance que se recuerda como el segundo puesto mas peleado de la historia de la Formula 1, poniendo de manifiesto su sensacional sensibilidad y capacidad, quedándose con el segundo escalón del podio.
Volaba su propio helicóptero, con el que se trasladaba entre los circuitos, los entrenamientos y su lugar de residencia, para acortar los traslados y pasar mas tiempo con su familia.
Desgraciadamente su filosofía de entrega total, de jugarse al todo o nada en todo momento, lo llevó a aquel penoso accidente el 8 de mayo de 1982 en Zolder (Bélgica) tratando de mejorar su posición en la clasificación, el sábado.
Se sentía traicionado por su compañero de equipo Didier Pironi, que le había arrebatado en la última vuelta una merecidísima victoria en Imola (el 25 de abril de 1982) después de otro memorable duelo, esta vez, entre ambas Ferrari, pese recibir ordenes de equipo de mantener posiciones, (dos semanas antes había escrito en Autospint:”mi amigo Didier, en quien confío ciegamente…”) Temperamental como era, la falluteada le afectó muchísimo y exacerbó su propensión a asumir riesgos, lo que en una combinación trágica de calamidades lo llevó al desenlace fatal.
En seis temporadas largó 67 carreras en F1, finalizó 39, 13 veces llegó al podio, sumó 6 victorias, 2 poles, 8 records de vuelta.
Años después la trayectoria fue continuada por su hijo, quien a pesar de haber ganado en Indianápolis las 500 Millas de 1995 y logrado un campeonato mundial (1997) no descolló con un manejo espectacular, pero vale decir que esta Fórmula 1, da la impresión de no permitir este tipo de pilotos de lujo, regalo para el corazón y la vista.
Por siempre Gilles.
Bocha Balboni
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