Mientras disputaba la primer etapa de la “Vuelta de Santa Fe” encontraba la muerte Eusebio Marcilla, el auto termino enroscado en una columna en las cercanías de Recreo, cuando el Chevrolet se fue de pista y encontró en su camino aquel obstáculo, su acompañante salió ileso.
Eusebio Marcilla – 1914 – 1953
Nacido en Junín el 16 de julio de 1914, debutó en el automovilismo en un circuito de Salto Argentino el 17 de diciembre de 1939. Lo hizo con una «baquet» Chevrolet 1927 (4º) en la Categoría Mecánica Nacional-Fuerza Limitada.En 1940, sobre una cupe Chevrolet corre en Turismo Carretera el «Gran Premio Internacional del Norte», popularmente conocida como la Buenos Aires – Lima – Buenos Aires. Si bien no pudo completar los 9500 kilómetros de recorrido, fue en esa competencia cuando regresaba desde Lima, que tuvo un primer gesto hacia sus adversarios, auxiliando a los hermanos Oscar y Juan Gálvez que se habían desbarrancado unos 200 metros en la montaña, cerca de Arequipa. En 1941 obtiene su primer triunfo en las «12 Horas de Rafaela» y a partir de allí, completaría una extensa y exitosa campaña. En total participa en 40 competencias de Turismo Carretera obteniendo 9 victorias, que lo consagran tres veces subcampeón argentino de la Categoría en los años 1947,1948 y 1952.
El Caballero del Camino:
Juan Manuel Fangio tuvo su primer accidente de gravedad, en la séptima etapa del «Gran Premio de América del Sur». En el vuelco de su Chevrolet 1939 en Huanchasco – poco después de Trujillo – en Perú, perdió la vida su acompañante Daniel Urrutia. Cuando se produjo ese accidente, antes del amanecer, Eusebio Marcilla los auxilia llevando a ambos hasta el hospital de Chicama, a unos 20 kilómetros y tras dejarlos para que los atendieran, continua la carrera.
Ese gesto lo privó a Marcilla de la que hubiese sido su mayor victoria deportiva, es que al término de la Buenos Aires Caracas, llega segundo de Domingo «Toscanito» Marimón – el ganador – a poco más de 12 minutos. Eusebio Marcilla seguramente ignoraba que desde ese momento y para siempre, la afición popular argentina lo distinguiría como EL CABALLERO DEL CAMINO.
Su condición de hombre
Fiel a sus principios, jamás pudo ser vulnerado por apetencias o intereses políticos. De hecho padeció de una cobarde persecución de parte del gobierno de su época de piloto. Así es que los relatores de turno en las transmisiones oficiales, no lo mencionaban, ni por su nombre ni por su apellido, como era de práctica para el resto de los pilotos. Lo llamaban «el piloto del auto negro número …», o «el Chevrolet de Junín..». Nunca Eusebio Marcilla
Siempre tuvo un sueño, ganar un Gran Premio. Pero ese sueño jamás pudo ser más fuerte que el deber de ayudar al compañero accidentado. Un deber que estaba mas allá de cualquier victoria, por soñada que esta fuera.
Así era Eusebio Marcilla. Un caballero, un señor vestido de mameluco blanco, que se sentaba detrás del volante de un auto de carrera para hacerlo volar. Simple, sincero, humilde y señorial a la vez, era dueño de una personalidad imposible de no querer. Autor de verdaderas hazañas, jamás éstas fueron reflejadas en toda su dimensión, simplemente porque a Marcilla no le gustaba hablar de él.
Nunca llegó a ser Campeón Argentino, pero por mucho tiempo peleó por él y varias veces se le escapó por muy poco. Ganó difíciles carreras y algunas etapas de Grandes Premios. Fue la punta de lanza de los ‘chevroletistas’ luego del alejamiento de Fangio, y era ídolo indiscutido de la marca. En realidad era el ídolo de muchos, más allá de la marca que representaba o de la ciudad que fuera. Porque era un hombre que sobrepasaba ciertos límites cuando de calidad humana se trataba. Por eso dolió tanto su adiós. Un adiós que se materializó el 14 de marzo de 1953 en la «Vuelta de Santa Fe». Una curva mal trazada a unos 15 kilómetros de Santa Fe cerca de Recreo, en el empalme entre la ruta pavimentada 116 a Rafaela con la 11, fue la causa. Eusebio venía punteando a más de 180 Km/h de promedio. Tomó la curva a gran velocidad con absoluto control del auto. De pronto la curva se terminó abruptamente y el juninense torció el volante intentando una corrección imposible. El auto se levantó en el aire volcando, para luego dar de costado contra una columna de hormigón armado sostén de una línea eléctrica de alta tensión. La trompa prácticamente se unió con la cola del auto. Así de terrible fue el impacto. El tanque de nafta se abrió y el líquido se encendió al contacto con alguna chispa. De nada valieron los esfuerzos del dueño de una Estación de Servicio del lugar, Orlando Benzi, quien apagó las llamas con su matafuegos, aún a riesgo de su propia vida. De nada valió el gesto de Jorge Orduna, quien pagó con la misma moneda que usaba Marcilla llevándolo raudo a Santa Fe. Ya era tarde – Eusebio Marcilla ‘El caballero del camino’ – se había ido en un veloz viaje a la inmortalidad.
El inconfundible Chevrolet negro con la inscripción Junín en su frente, ya no desandaría más los caminos del Turismo Carretera. Su acompañante Miguel Salem, contaría que «Eusebio murió peleando el auto hasta el final».