Admitámoslo. El mundo del motor aún tiene un tufillo machista. Cada vez menos, por suerte, pero en pleno siglo XXI a muchos se nos cae la cara de vergüenza al ver cómo las mujeres saudís luchan por su derecho a conducir y en muchos foros he leído auténticas barbaridades sobre mujeres y conducción tras el accidente de Maria de Villota al volante de un Fórmula 1.
Pero las mujeres tienen mucho que decir en el mundo de la automoción. No solamente se ha demostrado que compran coches mejor que los hombres, sino que la persona más rica del mundo del automóvil es también una mujer. Y también en el mundo de la competición, y mucho antes de lo que pudieras imaginar.
Y es que el rostro femenino en las competiciones automovilisticas se remonta en realidad a finales del siglo XVIII. Cuando la mayoría de la gente piensa de las chicas de las carreras, tal vez el primer nombre que aparece en su cabeza es Danica Patrick. Algunos tal vez siga Incluso las hermanas Ashley y Courtney, las hijas de John Force. Sin embargo, cuando uno investiga en el linaje de las carreras descubre raíces ancestrales, y no puede pasarse por alto un nombre que en realidad está considerado por muchos como la primera de las chicas de carreras: Genevra Delphine Mudge.
Mientras que algunas personas piensan que las primeras piloto se remonta a los años 70, cuando las míticas Janet Guthrie y Shirley Muldowney adornaba las pistas con su buen aspecto y mejor aún destreza al volantes, Mudge pilotaba su Locomobile en Nueva York, pisando el acelerador a fondo en cada curva ¡en 1899!
Pero no solo eso. De hecho, fue la primera conductora en tener un permiso de conducir en los EE.UU. Y, según parece, también fue la primera mujer en atropellar a peatones en un accidente de coche afectadas. Según cuenta este artículo del LA Times, golpeó nada menos que a cinco.
Se la vio más adelante conducir un Waverley Electric (el coche que ves al principio de este post), uno de los primeros (sino el pirmero) coches eléctricos de la historia (aunque en 1912 un invento de GM les dio la estocada, para regocijo de las grandes petroleras). Por todo ello, Genevra es considerada por todos los historiadores como la primera mujer piloto de carreras. A pesar de que nunca compitió en los eventos de carreras tradicionales a pesar de no participar en ninguna carrera profesional, no se le puede negar ese título.
Por eso merece todos nuestros respetos, porque, en una época donde las mujeres tenían pocos derechos (ni siquiera tenían el derecho a votar), ella se subía a un coche y competía de igual a igual con los hombres. Ojalá su fabulosa historia inspire a muchas otras mujeres en la actualidad.