Un 23 de agosto, como hoy, de 1987 el francés Didier Pironi perdia la vida, en un accidente de lanchas de competición durante una carrera en Inglaterra, él y sus dos acompañantes fallecieron en el acto. Finalmente aquello que Didier se había empeñado en desafiar lo vencía, no como tal vez hubiera querido, que la muerte lo encontrara pilotando un coche de carreras, aún así su gusto por la velocidad lo llevó a lo que parecía un destino del que no podía escapar por mucho tiempo.
Era Agosto de 1982, pareciera que Agosto no era un buen mes para Pironi, se desarrollan las prácticas para el Gran Premio de Alemania, una llovizna moja la pista del autodromo de Hockenheim en la mañana del sábado. Los pilotos buscan sus mejores registros de cara a la carrera del domingo, hasta entonces Pironi tenía la primera posición de largada.
Prost, Daly y Pironi llegan simultáneamente al final de la recta principal. El Renault de Alain Prost reduce la velocidad y se aparta esperando entrar en boxes; en tanto el Williams de Daly se abre hacia la derecha al observar la maniobra del francés, detrás de la estela del Williams y sin ver el coche de Prost, Pironi se encuentra sorpresivamente con el Renault impactándolo por el costado derecho y golpeando el neumático trasero de la máquina francesa, esta acción lo catapulta con su Ferrari por el aire dando seis vueltas de campana antes de caer violentamente de trompa.
Las piernas de Pironi sufren el brutal impacto, fracturas expuestas de tibia y peroné, lesiones musculares y en tendones, también doble fractura en el brazo izquierdo y del tabique nasal. Media hora después de ser liberado de entre los fierros era trasladado semi-inconsciente al hospital para ser operado durante cerca de 6 horas. Los doctores pudieron evitar la amputación de la pierna derecha, reconstruyeron sus huesos prácticamente, pusieron placas, tornillos e injertos sobre la cadera y pierna.
La recuperación fue lenta, más de treinta operaciones que no le hicieron perder la esperanza siempre viva de volver a pilotar, ENZO FERRARI le prometió una plaza en el equipo cuando decidiera volver. Durante su convalencencia en el hospital le envío un trofeo cuya placa decía: «Didier Pironi, el auténtico campeón del mundo de 1982