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Hace 52 años, fallecía Jim Clark, el escocés volador

Hace 52 años, fallecía Jim Clark, el escocés volador

El piloto escocés falleció en un terrible accidente el 7 de abril de 1968 durante una carrera de Fórmula 2 en el Circuito de Hockenheim, Alemania. Lo recordamos con esta galería de imágenes

Jim Clark nació el 14 de abril de 1936, en Kilmany Fife, Escocia, apodado «El escocés volador» fue ganador de dos campeonatos de Fórmula 1 en 1963 y 1965 y de dos carreras de la serie Indy en 1963 y 1965.

Logró 25 victorias, 32 podios, 33 pole positions y 28 vueltas rápidas en 73 Grandes Premios disputados, todos ellos para Lotus. Es considerado uno de los mejores y más virtuosos pilotos de Fórmula 1 de todos los tiempos

Jim Clark murió después de que su automóvil se saliera de la pista y chocara contra los árboles. Las causas del accidente nunca fueron definitivamente esclarecidas, sin embargo, los investigadores sugieren como la posibilidad más factible, un pinchazo en una de las ruedas traseras lo que produjo que siguiera derecho en una de las interminables rectas del circuito, precipitándose adentro del bosque e impactando su auto contra un árbol.

Jim Clark en la cabina de su Lotus 49 con motor Ford V8 DFV detrás de él; Clark ganó el Gran Premio de Holanda EN 1967en Zandvoort con este motor en su carrera de debut.

 

Jim Clark en la cabina de su Lotus 49 con motor Ford V8 DFV detrás de él; Clark ganó el Gran Premio de Holanda EN 1967en Zandvoort con este motor en su carrera de debut

A pesar de la negativa de sus padres, desde muy joven compitió en rallys y en otras carreras locales, usando un seudónimo. Su primera carrera en Fórmula 1, la única escudería para la que correría, fue en 1960 en el Gran Premio de los Países Bajos: iba quinto cuando debió abandonar por problemas en la caja de cambios. Pero en su segunda carrera, en Spa, Bélgica , ya salió quinto. Eso anticipaba lo que se vendría.

La carrera profesional de Clark en Fórmula 1 fue en su totalidad con el equipo Lotus, para quien condujo desde 1960 hasta 1967 y con el que alcanzó la gloria. De los 47 Grandes Premios con puntos para el campeonato mundial que se disputaron entre 1961 y 1965, ganó 19, casi el 40 por ciento. Conquistó de manera aplastante sus dos títulos mundiales, en 1963 y 1965, y pudo haber ganado otros tres, en 1962, 1964 y 1967. Ganaría en total 25 grandes premios.

Algo no salió bien, en Lo que el día se llevó

Pero lo que hizo en el Mundial de F1 de 1965 fue extraordinario. Había descarte de puntos y sólo contaban los seis mejores resultados sobre diez carreras. «Clark lo resolvió fácil: de los primeros siete grandes premios ganó seis y liquidó el campeonato tres fechas antes», recordó Meissner.

¿Por qué esa vez ganó seis grandes premios y no los siete? Simplemente, porque no fue a Mónaco, ya que ese Grand Prix (GP) coincidía con las 500 Millas de Indianápolis del torneo de Indy Car. «Clark quería probar suerte en la mítica prueba americana, así que no fue a Montecarlo, cruzó el Atlántico y ganó también en el célebre óvalo de los Estados Unidos , siendo el primer europeo en lograrlo», relata Meissner.

Aunque consiguió decenas de victorias épicas en diferentes circuitos, Meissner afirma que la mejor actuación de Clark fue en una competencia en la que concluyó tercero: el Gran Premio de Italia de 1967. «Lideraba cómodamente, pero perdió una vuelta respecto del líder al parar en boxes para corregir una fuerte vibración en su Lotus. Salió justo detrás de los dos punteros y los superó para ponerse en el mismo giro y a partir de entonces, limó segundo tras segundo en los 6000 metros de Monza hasta ponerse otra vez a espaldas de ellos. Cuando superó nuevamente a John Surtees se colocó primero, algo que nadie podía creer», destaca el especialista.

Si bien ese día el excesivo consumo de combustible lo llevó a tener que levantar en el final y fue superado por Surtees y Jack Brabham, pero en el podio todos los aplausos fueron para Clark. Fue una tarea titánica que nunca nadie pudo repetir.

Además de los Mundiales de F1 y de las 500 Millas de Indianápolis, Clark ganó en todo lo que corrió y en todas partes del mundo, acreditándose victorias en la F2, la Fórmula Junior, la Copa Tasmania, el Turismo Británico, el USAC (United States Auto Club) y el Gran Turismo internacional.

Jim Clark

 

¿Qué tuvo Clark para ser el mejor? Tenía todo. Velocidad, serenidad, eficacia. Dominó su época en la Fórmula 1 con autoridad completa. Fue el mejor en tiempo en el que la habilidad nata y genialidad para conducir del piloto eran mucho más importantes que la tecnología y las asistencias externas. Sus récords de pole positions fueron inalcanzables incluso para monstruos posteriores, como el inglés Nigel Mansell o el francés Alain Prost .

Por su capacidad para volar por las pistas, sin miedo a nada, se lo conoció como «El escocés volador». Elogiado por el gran Juan Manuel Fangio como lo mejor que vio en su vida sobre un auto, ganador absoluto y candidato seguro a obtener antes que nadie siete campeonatos mundiales, Clark estaba en su mejor momento y con toda una carrera exitosa por delante. Pero… siempre hay un «pincelazo» que lo arruina todo.

El domingo de ramos del 7 de abril de 1968, decidió participar de una carrera sin ninguna trascendencia: él, que era el rey absoluto de la Fórmula 1, fue a correr en Fórmula 2, en Hockenheim, Alemania . Según Meissner, esto se debió a que en esos tiempos había pocas carreras puntuables de F1 al año y los pilotos muchas veces despuntaban el vicio casi todos los domingos en categorías menores como para mantenerse en forma.

Así quedó el Lotus de Clark después del accidente mortal
Así quedó el Lotus de Clark después del accidente mortal

Ese aciago domingo de abril, Clark no tuvo, como en anteriores oportunidades, quién le marcara que una goma se estaba desinflando. El Lotus 48 se salió de pista, golpeó de costado contra un árbol y ya todo se tiñó de negro: «El escocés volador» murió instantáneamente a causa de la fractura de la base del cráneo. Así, a las 12.45 PM, en medio de la Selva Negra, se terminó la carrera del que para muchos fue el más grande piloto de todos los tiempos.

El Testimonio Estremecedor de un Periodista que Estaba en Hockenheim): Después de Juan Manuel Fangio, el escocés Jim Clark fue, en la década del 60 y hasta la fulgurante aparición de Jackie Stewart, el más grande piloto de la Fórmula 1. Y no sólo por sus dos títulos mundiales de 1963 y 1965, su vicecampeonato de 1962, sus 28 victorias, sus 31 podios y sus 33 poles position, botín altísimo si se piensa que corrió apenas en 73 Grandes Premios. Además, fue el primero en entrar en la historia del automovilismo ganando en 1965 las 500 Millas de Indianápolis con un monoposto (Lotus) con motor trasero, empresa a la que que agregó dos segundos puestos en 1963 y 1966.
Es que irradiaba tal desprecio del peligro, tal inclinación al arrojo, a veces más allá de la temerariedad, que por sus orígenes fue rebautizado “El Escocés Volador”, ya que había venido al mundo el 4 de marzo de 1936 en la pequeña localidad del Reino Unido llamada Kilmany.
Y con toda probabilidad habría ganado su tercera corona en 1968, de no haber sido víctima el 7 de abril de un escalofriante accidente en el circuito alemán de Hockenheim, que no era entonces el “de juguete” de hoy, sino una especie de huevo parado con dos rectas terroríficas en las que los autos alcanzaban velocidades espasmódicas, que fueron apenas mitigadas por dos chicanas introducidas aquel año, después del trágico episodio del que Clark fue víctima.
Aquel circuito presentaba un desafío importante a los técnicos para la puesta a punto de los autos ya que se debía optar entre una configuración con alerones poco (o casi nada) inclinados y suspensiones duras para maximizar la velocidad final en las rectas, lo que a la vez comprometía la adherencia del coche en la zona trabada del Motodrom, donde estaba la llegada, u optar por un set-up (o setting) opuesto, o sea una solución que se traducía en resultados antagónicos.
En este trazado demencial, donde Jochen Rindt ganó con un Lotus-Cosworth el Gran Premio de Alemania de 1970 a la estremecedora media de 199,667 kilómetros por hora, Clark se mató -créase o no-  en una casi anónima carrera de Fórmula 2. Uno de los pocos periodistas presentes en Hockenheim aquel domingo fue mi gran amigo Giancarlo Cevenini, enviado especial de la revista italiana “Autosprint”. En lo que quiere ser un homenaje a Clark, extensivo al inolvidable colega de tantas aventuras en Fórmula 1, transcribo su relato de aquel infausto Domingo de Ramos en tierra alemana.

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