La vida de Alberto Ascari estuvo ligada al motor desde el mismo momento de su nacimiento. Su padre, Antonio Ascari, fue uno de los mejores pilotos europeos en la década de los 20, y el negocio familiar era un taller en Milán, su ciudad natal. La trágica muerte de su padre en el Gran Premio de Francia de 1925 no consiguió persuadir a Alberto de la práctica del deporte del motor, aunque en principio se decidió por las dos ruedas. Su primera experiencia en coches fueron las míticas Mille Miglia. La fama de su padre le había acercado desde que era un niño a importantes personalidades del mundo del motor, como Enzo Ferrari, que le cedió un 815 Spyder para que participara en la carrera.
Primeros Grandes Premios
Tras la Segunda Guerra Mundial, en la que abrió un negocio de suministro de combustible al ejército italiano en el norte de África, Ascari retomó la actividad como piloto, y lo hizo a los mandos de un Maserati. En la marca italiana coincidiría con Luigi Villoresi, posteriormente piloto de Ferrari y que tendría gran influencia en el fichaje de Alberto por la escudería del ‘cavallino rampante’. Su primera victoria en un GP llegó en San Remo en 1948, y ese mismo año sumaría cuatro nuevas victorias, tres de ellas con Ferrari.
Arranca la Fórmula 1
En 1950 tiene lugar la primera temporada oficial de Fórmula 1 y Ascari toma parte en ella con Ferrari. La primera carrera se celebra en Montecarlo y el italiano logra finalizar segundo por detrás de Juan Manuel Fangio. Esa primera temporada finalizaría el campeonato en quinto lugar. El año siguiente mejoró sus actuaciones notablemente, consiguiendo dos victorias (en Nurburgring y Monza) que le auparon hasta el segundo puesto del campeonato. 1952 sería el año de la explosión definitiva de Ascari. Por aquel entonces las 500 millas de Indianápolis formaban parte del calendario de la Fórmula 1, y gracias a su relación con Enzo Ferrari, Ascari fue el único europeo en participar en aquella edición, aunque tuvo que retirarse cuando sólo había completado 40 de las 200 vueltas. A pesar del discreto comienzo, el piloto italiano se mostró intratable el resto de la temporada, ganando los seis Grandes Premios restantes y logrando su primer título de campeón del Mundo. El éxito se repetiría una temporada después, y Ascari fue durante un año el piloto más laureado en la corta historia de la Fórmula 1.
Trágico final
En 1954, Ascari puso fin a su relación con Ferrari por falta de acuerdo económico. Según el propio piloto, fichaba por Lancia ya que pagaban un sueldo que Ferrari no estaba en condiciones de igualar. Sus actuaciones con la nueva marca no fueron demasiado exitosas. Las dos primeras carreras tuvo que realizarlas con un Maserati, ya que el innovador Lancia que la marca estaba pondría en escena no estaba listo aún. En esa temporada no llegarían los resultados y tan sólo conseguiría un punto. 1956 empezaría con la misma tónica, ya que en la primera prueba del campeonato Ascari se vio obligado a retirarse en Argentina. El siguiente Gran Premio era el de Mónaco, y en él, Ascari protagonizó uno de los accidentes más espectaculares de la historia de la Fórmula 1. Tenía lugar la vuelta número 21 de la carrera cuando Ascari, en segundo lugar e impulsado por las ansias de enderezar el rumbo perdido un año antes, intentaba dar caza al Mercedes de Stirling Moss. A la salida del túnel, Ascari no acertó a tomar correctamente la Nouvelle Chicane, quizás deslumbrado por el sol, y el monoplaza terminó hundido en el puerto monegasco. Tras minuto y medio bajo el agua, el piloto logró salir a la superficie y fue rescatado por los buzos. El susto había sido mayúsculo y Ascari sumaba un nuevo fiasco.
Tan sólo cuatro días después del espectacular accidente, Ascari se desplazaba hasta Monza, donde Castellotti, compañero suyo en Lancia, estaba probando un deportivo de Ferrari. Para sorpresa de todos, el bicampeón del mundo se decidió a apuntarse a la fiesta y se puso al volante del bólido. Tan sólo tres vueltas después se despedía de este mundo al perder el control del coche y estrellarse en lo que hoy se conoce como Variante Ascari y que ha sido modificada para convertirla en una chicane.
Aún hoy las causas del accidente son un enigma, pero lo que es cierto es que la repentina decisión de Ascari de probar el Ferrari era algo que no encajaba con el milanés. ‘Ciccio’, como era conocido por la afición, era tremendamente supersticioso, y, entre otras cosas, nunca corría sin su casco azul, que ese día no portaba. Además se dan una serie de coindicidencias entre su muerte y la de su padre que, al menos, llaman la atención. Ambos fallecieron cuatro días después de un grave accidente, ambos a los 36 años, un día 26, y después de perder el control del vehículo en una sencilla curva de izquierdas. Para más inri, Alberto siempre tuvo el presentimiento de que su muerte se produciría sobre el asfalto, de hecho decidió dejarlo pero fue convencido para continuar, y según él mismo afirmó, trataba a sus hijos con dureza para que sufrieran menos por su muerte.