El kart era blanco con líneas rojas, imitando a los coches de carreras que pilotaban sus héroes. En particular, a Fernando le gustaban los colores emblemáticos del McLaren-Honda que pilotaba Ayrton Senna. Algo que quería imitar algún día…
Fernando Alonso Díaz había nacido tres años atrás, el 29 de julio de 1981 en Oviedo, en la región de Asturias de la península Ibérica. Creció en el seno de una familia modesta, fue al colegio de educación primaria del Santo Ángel de la Guarda, y compatibilizada sus estudios con las carreras de kart.
El tímido y reservado español pronto empezó a ganar a jóvenes un par de años mayores que él, y en 1988 se llevó su primera victoria en Pola Liviana. Es ahí donde se empiezan a ver los primeros signos de su carácter ultra-competitivo.
“Lloraba cuando no ganaba”, admitía Fernando años más tarde. “Y hasta que tuve ocho años tenía una respuesta guardada para cuando la gente me preguntaba qué tal se me había dado. Decía un “he ganado” lleno de orgullo y compostura. No era siempre la verdad, pero a quién le importaba.”
Y mientras seguía compitiendo, su familia sabía que no podía apoyarle económicamente pero, ¿a quién podían pedir ayuda?
“Fernando era plenamente consciente de los esfuerzos que como familia estábamos haciendo todos”, dijo su padre José Luis. “Iba con él a todas las carreras para hacer de mecánico y su madre se tenía que quedar sin ver a su hijo durante los fines de semana, pero Fernando sabía que si quería ir más lejos, tendría que apañárselas él mismo.”
Por fortuna, José Luis Echavarría, dueño de la pista local de kart, se dio cuenta de su enorme talento. Así que le habló a su amigo Josep Marcó, dueño de Genikart, sobre el rápido español. Y este quedó impresionado de inmediato por las innegables habilidades del joven.
“Me hizo darme cuenta de que el piloto cuenta un 110%”, dijo Josep Marcó. “Antes pensaba que utilizar un motor mejor haría que un piloto fuera más rápido. Pero el piloto sólo será más rápido si sabe utilizar la velocidad extra del motor. No he conocido a nadie capaz de usar la velocidad como Fernando.”
Mientras que competía en el campeonato de Cataluña en Mora de Ebro, al sur de Barcelona, Marcó le ofreció la oportunidad de pilotar en el campeonato de España. Era una gran prueba para el joven, a quien se le había concedido ya la posibilidad de correr en la categoría de kart 100cc, a pesar de que técnicamente no tenía aún edad para los vehículos de tanta potencia.
Alonso pilotó con una madurez que no correspondía a su edad real, madurez que se ha convertido en su rasgo distintivo a lo largo de su carrera. Fue un momento determinante en su vida, ya que Marcó se había quedado tan impresionado, que decidió contratarlo.
Fernando batió más records relacionados con la edad, al ganar varios campeonatos de España y tener éxito a nivel internacional. En 1995 obtuvo el tercer puesto en el campeonato del mundo de karting de Braga. Un año después, se convirtió en el campeón del mundo de la categoría junior en Gante, y en 1997 se llevó los campeonatos de España y de Italia (aprendiendo de paso a hablar italiano de forma fluida). Al año siguiente, consiguió el título de campeón de España Internacional A y quedó segundo en el campeonato de karting europeo de Fórmula A.
Sus impresionantes hazañas no tardaron en llegar a oídos de figuras influyentes en el mundo de las carreras de motor. Mauro Pozzi, quien había trabajado anteriormente con Ayrton Senna en karting, se había quedado anonadado la primera vez que vio a Fernando Alonso pilotar. “No he visto a nadie más hacer lo que él es capaz de hacer en un kart”, señaló.
A finales de 1998, Alonso participó en un evento para las estrellas del karting y coincidió con el antiguo piloto de Minardi F1, Adrian Campos y el antiguo jefe mecánico de Niki Lauda, Ermanno Cuoghi. Estaban a la caza de un sustituto de Marc Gené que pudiera competir en las incipientes series de Fórmula Nissan, así que invitaron a Fernando, quien tenía por ese entonces 17 años, a que probara uno de sus monoplazas en Albacete.
El pasar directamente de un kart a un poderoso monoplaza de 240 caballos fue un gran paso para el joven de Oviedo, ya que era la primera vez que pilotaba algo con tres pedales.
Su sesión de prueba terminó antes de lo previsto, debido a que pisó el acelerador demasiado pronto y chocó con un guardaraíl. Pero poco importó. Ya había igualado el mejor tiempo por vuelta de Marc Gené en Albacete y Campos no dudó en ofrecerle un contrato de tres años.
Lo que fue innecesario. Alonso se llevó el título Nissan en su primer intento, ganando seis carreras y consiguiendo ocho podios y nueve posiciones de pole. Fue un logro increíble. Al echar la vista atrás sobre aquel año, Campos recuerda la primera vez que compitió en Albacete, donde Fernando iba liderando hasta que cometió un error.
“Recuerdo que tenía el corazón en un puño y me sentí tan mal por él, porque casi ganó”, dijo Campos. “Luego me pasó su brazo por encima del hombro y me dijo: “No te preocupes, ganaré la próxima vez.”
“La segunda vez que competimos en la misma carrera, llevaba una ventaja de 42 segundos y le pedí por radio que decelerara, a lo que me respondió: “Mis pastillas de freno están desgastadas, no puedo decelerar…”
En la siguiente temporada Alonso participó en la Internacional F3000 de la FIA con Astromega. Tras unos problemas de subviraje con el chasis de Lola, hizo un cambio de ingeniería que resultó en más viraje para el coche. No tardó en estar más cómodo así y el cambio pronto se vio reflejado en los resultados: quedó segundo en Hungría y se llevó la victoria en la última carrera de la temporada en Spa. Se quedó cuarto en la competición con un coche recalcitrante.
El joven español no dejaba títere con cabeza en las competiciones junior y su talento empezó a llamar la atención de los jefes de equipo de Fórmula 1. Como premio a su victoria en las series de la Fórmula Nissan, se le concedió la oportunidad de probar un monoplaza de Fórmula 1. Fue en esa prueba cuando su carrera despegó de veras…