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F1, ¿aburrimiento o espectáculo?

F1, ¿aburrimiento o espectáculo?

Una dicotomía constante nos depara diariamente. Antónimos por naturaleza, opiniones dispares. La F1, ese deporte que alberga tanta magia en su exterior como maldición en su sótano de los horrores. Una competición de genios, con talento desbordante en sus manos, dispuestos a jugarse el tipo a cada giro que realizan. De juguetear con la épica. Apurar el máximo por saborear las mieles del éxito, con el riesgo que supone ir a 300 km/h. Es lo bonito. Pero también, como en todos los ámbitos de la vida, existe una parte podrida. Una de patrocinadores, intereses y dinero por bandera.

Era turbo que se ha iniciado en este 2014. Motores híbridos que han derivado en una insultante superioridad por parte del fabricante de la estrella. El V6 de Mercedes es un prodigio fruto de meses de trabajo desde que los alemanes fueron conocedores de los cambios en la reglamentación para esta temporada. Lewis Hamilton jugó mejor al ajedrez que nadie en la parrilla. Además, en Brackley, hicieron un monoplaza acorde al dúo maravilla. Pero eso es otra historia.

La cruda realidad alza las voces de los damnificados. El resto de rivales que se sienten amilanados ante tal ensordecedor dominio. Un futuro en forma de estrella se alza. Aquí, no hay opción posible:la paz está lejana, la guerra establecida. Porque los otros fabricantes de propulsores no están dispuestos a permitir un año más de impasibilidad. De ver como en Mercedes se besan con la chica guapa de la película sin nadie que se entrometa. Un camino demasiado fácil hacia la victoria.

Una vez más, ¿congelación o no congelación? O lo que es lo mismo, ¿aburrimiento o espectáculo? Atendiendo a las redundantes palabras de Christian Horner, lo sano para el deporte es que hubiera una descongelación total de las unidades de potencia. Saliendo de la boca del jefe de Red Bull, quizás, no goza de tanta credibilidad tras sus cuatros años hegemónicos con polémicas de por medio. Pero tiene razón. Por lo menos ahora. Se tiene que permitir a los rivales la capacidad de igualar fuerzas con el máximo competidor. Sea por dinero o por acierto de los ingenieros, es necesario para la F1 y el espectáculo. El mérito es innegable para la escudería alemana. Su trabajo y esfuerzo han tenido su recompensa, pero es necesario que los competidores gocen de la oportunidad de igualarse. Libertad, igualdad y fraternidad para todos. Aunque ésta última tal vez…

Toto Wolff se ciñe al reglamento. Algo así como que un 48% de descongelación es suficiente para 2015. Sinceramente, ¿lo es? La diferencia es abismal. Siendo así, lo más seguro es que los de Brackley optimicen su unidad de potencia y sean aún más superiores. Milagros, los justos. Zeus compitiendo contra un par de minotauros. Minucias para el Dios de la F1. Tan sólo un antiguo emperador japonés tendrá derecho de fabricar con libertad su espada samurái. Honda entrará con McLaren en un binomio que intente derrocar al monopolio teutón. Eso sí, no contarán con los datos de toda una temporada. Difícil; sí. Imposible; no.

Pero, exactamente, ¿qué significa una descongelación exacta del 48%? ¿Por qué no un 50%? Parece ridículo pero no lo es.Las unidades de potencia actuales cuentan con seis partes. En ellas se encuentran el motor de combustión, el MGU-K, el turbo, el MGU-H, la batería y la electrónica. Éstas están formadas por 42 componentes que corresponden a 66 fichas/créditos. Cada componente tiene un valor en fichas dependiendo de su importancia, pueden ser de 2 fichas los más valiosos, como los pistones, el turbo o la batería; o una ficha los componentes considerados más corrientes.

Cada proveedor podrá gastar 32 fichas de cara al 2015, lo que significa el famoso 48% de los propulsores híbridos. Cada uno lo hará como plazca. Para el 2016, los equipos sólo tendrán disponibles 25 fichas, en 2017 únicamente 20, y 15 para 2018. A partir de esa última temporada, sólo se dispondrá de tres. Una locura. E incluso roza el esperpento. Y a partir de 2019, ¿qué? ¿Todo se queda cómo está?

Restricciones y más restricciones surgen cada año en la categoría reina del automovilismo. El ADN de este deporte ha de ser innovar y dar caza al mejor lo más rápido posible, dando lugar a batallas épicas dentro y fuera de la pista. Eso quiere el aficionado: lucha. Y, sin libertad, es complicado. ¿Controlar el gasto de los equipos? Sí. Aceptamos submarino como animal acuático. Pero, ¿limitar los aspectos técnicos? No. Es más, significa un perjuicio para la industria del automóvil el no poder avanzar en estos aspectos. Juego de Ecclestone en el que, de momento, participan todos. Que continúe el baile…

Se tiene que llegar a un nexo de unión, a un acuerdo entre los suministradores, escuderías y FIA. Por el bien del deporte, de los aficionados y de todo lo relacionado con la F1. Mercedes no mitiga; Ferrari y Renault, no cesan en sus lamentos para la descongelación total. ¿Honda? Una incógnita.Y es que, con la temporada ya acabada, la actualidad amanece cada mañana con dicha disyuntiva. En Brackley sueñan con el ártico helado. El resto, con el calor del Sahara. Congelación o no congelación, esa es la cuestión.

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