Muy poca gente sabe quién es este hombre nacido el 22 de septiembre de 1928 en Inglaterra y fallecido el 28 de mayo a los 88 años. Pero él fue uno de los famosos integrantes del selecto 750 Motor Club. ¡Ah! Y también fundador, Presidente, Director Ejecutivo y Diseñador Jefe de Lola Cars.
No en vano Lola es una de las marcas más prestigiosas de la historia del deporte del motor, aunque sus incursiones en la Fórmula 1 nunca llegaron a cuajar como merecían.
Eric Broadley inició su labor profesional como arquitecto a finales de los 40 en Londres, pero su primer contacto con el motor le marcaría para siempre. A primeros de la década siguiente, Eric ingresó en un club muy especial, en el que entusiastas con hambre de carreras competían con Austin Seven modificados por ellos mismos. En aquel grupo estaban jóvenes desconocidos como Colin Chapman, Len Bailey, Brian Hart, Frank Costin o Arthur Mallock que, posteriormente, iniciarían el dominio británico en el mundo del motor.
Brands Hatch en menos de un minuto
Pero hubo que esperar hasta 1957 para ver rodar el primer Lola, nombre con el que todos los vehículos de Broadley fueron llamados a raíz de la famosa canción de la época “Whatever Lola wants”, creada por Richard Adler y Jerry Ross para Gwen Verdon. La siguiente creación fue un Sportcar de motor frontal con el que Broadley se convirtió en el primer piloto en completar una vuelta a Brands Hatch en menos de un minuto. Ello le reportó muchas peticiones de otros pilotos, así que inició la construcción de tres chasis más. El triunfo originó la creación de Lola Sportcars.
En 1960 llegó la concepción del primer monoplaza: un Fórmula Junior. Dos años más tarde ya estaban en la Fórmula 1 con John Surtees y Roy Salvadori como pilotos del equipo de Reg Parnell. En el primer Gran Premio la pole fue para Surtees, pero no terminó la carrera y dos únicos podios a lo largo de dos temporadas no fueron suficientes para mantener el presupuesto necesario, con lo que Broadley se concentró en fabricar chasis para múltiples categorías: Fórmula Junior, F3 y Sportcars. Su gran éxito atrajo la atención de Ford, que pretendía triunfar con el GT40, así que Eric fue contratado como Ingeniero consultor.
Éxito y fracaso
En pocos años Lola se convirtió en el mayor especialista de competición del mundo, compitiendo y triunfando en CanAm, Fórmula Ford. Incluso en la F1, a través del monoplaza que construyó para Honda en 1968. Más tarde, en 1974, también recibiría el encargo de diseñar el monoplaza del equipo de Graham Hill, Embassy.
A finales de la década la empresa se especializó más en las carreras americanas, obteniendo mayor repercusión en la IndyCar. Era el momento, creía Eric, de intentarlo de nuevo en la F1, asociándose con el equipo Force de Carl Haas. Sin embargo los monoplazas no eran construidos por Lola, pero el hecho de que Haas fuera el agente de Lola en América, propició que los coches recibieran el nombre de Lola.
El Lola F1 de 1997 sólo aguantó una carrera en competición debido a su paupérrimo nivel.
También se encargó de construir los monoplazas de Larrousse hasta 1991, año en el que fue reconocido por su país como Miembro del Imperio Británico. Su penúltimo intento de triunfar en la F1 se produjo en 1997, tras un nuevo y fallido suceso cuatro años antes con Scuderia Italia. Pero, con la implicación directa de Lola como equipo de fábrica las cosas fueron aún peor. Los monoplazas no rindieron en el estreno de Melbourne y el equipo ni siquiera llegó a competir en el segundo GP, siendo la empresa vendida a Martin Birrane semanas después.
Tras ello, su actividad se centró en la resistencia y las fórmulas de aprendizaje, pero con las nuevas normas introducidas por la FIA de cara a 2010, prepararon su desembarco en la Fórmula 1, que también murió antes incluso de llegar a ser una realidad sobre la pista.
A la edad de 88 años, Eric Broadley nos dejó para siempre el 28 de mayo de 2017, aunque su legado será eterno en el mundo de la competición.