Carlos Alberto Reutemann, uno de los mejores pilotos de la Argentina, ganador innato y gran persona, celebra hoy tres cuartos de siglo. Aquí, un breve repaso por la vida deportiva de este ser maravilloso con el que, nuestro Carlos Alberto Legnani, ha compartido gran parte de ese exitoso camino…
¿Qué le faltó a Carlos Alberto Reutemann para ser campeón? «Un punto», dirán los más osados. «No ser tan desobediente», manifestarán los detractores que nunca faltan. «Nafta», comentará algún gracioso…
El Lole fue campeón, señores. De la vida, que no es poco. Pocas personas, en el mundo, son tan recordadas por su paso por el Mundial de Fórmula 1 como gran piloto pero, también, como gran persona.
Reutemann, en su época, manejó las mejores máquinas: Brabham, Lotus, Williams, Ferrari… Ganó 12 Grandes Premios de los 146 en los que compitió y venció en dos carreras sin puntaje. El día que debutó, Argentina 1972, marcó la primera de sus seis poles y subió, nada más y nada menos, que a 45 podios.
Inscribió su nombre en Nürburgring, al volar con el BT44B, y dominó el siempre desafiante Mónaco con el FW07B. Con las 312 T2 y T3 pintó de rojo Brasil, Estados Unidos y Gran Bretaña, y en Argentina hizo delirar a miles y miles de personas que sólo iban a verlo y alentarlo a él.
Sus comienzos habían sido allá por mediados de 1965, al mando de un Fiat 1500 en La Cumbre, Córdona, en una carrera de Turismo Mejorado. Pronto llegó la victoria (11 de julio del mismo año, en Villa Carlos Paz) y el interés de los equipos de otras categorías por ese joven santafesino que aceleraba a fondo con el pie derecho, pero también con la cabeza…
Carlos Alberto Reutemann, además de haber sido un excelente piloto, es ejemplo de tenacidad, esfuerzo, dedicación, esmero, talento, valentía, profesionalismo… Condiciones que sólo reúnen los campeones.
¡Salud, campeón, y por muchos años más!