La Federación que decide el reglamento técnico de la Fórmula 1 de forma unilateral planteó las bases de los motores que se usarán a partir de 2021.
Una nueva lucha de poderes en ciernes. Tras la llegada de Liberty Media a la Fórmula 1 y su hoja de ruta destacando cuál quería que fuese el futuro de la categoría, a la FIA le ha llegado el turno de recordar que en base a acuerdos arcaicos es la Federación Internacional del Automovilismo quién tiene la potestad de diseñar a su antojo el reglamento técnico que define cómo van a ser los vehículos.
La FIA, por supuesto, lo disfrazó de una bonita reunión en la que teóricamente todos podían exponer sus ideas, incluidos aquellos motoristas o proveedores que no se encuentran actualmente en Fórmula 1 pero que gracias a su presencia en las mencionadas reuniones (a las que siempre acuden) se especulará con su entrada en el Gran Circo mientras dure el próximo ciclo de motores. Si bien, al final es la FIA quién decide, siempre con la premisa de mejorar la competición.
De esta primera reunión se extraen unas peticiones burdas, creadas para contentar a la opinión pública pero sin posibilidades de hacerse realidad, ya que como acostumbra a ocurrir, se pidió su parte y la contraria. Por un lado, afirmando que la Fórmula 1 debe ser la punta de la pirámide tecnológica pero al mismo tiempo pidiendo motores más sencillos, por supuesto, añadiendo que deberán ser más baratas a la par que potentes, sin especificar qué camino se va a seguir para tratar de lograr esta complicada meta.
La misma FIA que lleva varios años minusvalorando el impacto del sonido en la competición, que incluso llegó a entrar en conflicto con Bernie Ecclestone cuando éste insinuó que los actuales motores eran ‘basura’ (por decirlo suavemente), ahora sí parece interesada en que los motores sean más ruidosos, añadiendo además una premisa cuanto menos curiosa al hablarse de la confección de motores, como es el deseo de que los pilotos puedan empujar más en todo momento.
En resumen, la misma FIA que lleva haciendo oídos sordos antes las quejas de más libertad sobre el combustible, lo que permitiría empujar más, ahora sí parece interesada en este punto, la misma FIA que lleva años capando las revoluciones en pro de la fiabilidad y por tanto en la contención de costes, parece haberse dado cuenta de que el aficionado prefiere un motor a 18.000 revoluciones por minuto y no uno que teóricamente está restringido a 15.000 revoluciones pero que gracias a la normativa de consumos y arquitectura de las propias unidades de potencia, nadie consigue acercarse.
Ahora toca esperar, esperar al primer borrador de las especificaciones de estos nuevos motores que se usarán a partir de 2021, y entonces sacar esta primera lista de deseos que tanto ha gustado al aficionado y así comprobar qué cosas se han dejado por el camino, justo como ocurrió con la actual reglamentación técnica.